Plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Estos son los grandes retos que una persona tiene que hacer antes de morirse, según el refranero español.
Esta idea proviene de una expresión profética de Mujammas, mensajero del Islam y durante siglos ha permanecido en nuestra cultura.
Planté un árbol en Valencia, mi ciudad natal hace varios años para repoblar una zona afectada por un incendio en el parque natural de El Saler. Una acción para contribuir con uno de los pulmones verdes más importantes de Europa y con la zona residencial donde mi familia pasa gran tiempo.
Aquel gesto fue bonito y reconfortante y cumplí con el simbolismo que refleja esta expresión de ayudar a la naturaleza a seguir con su ciclo regenerativo.
El profeta aseguraba que tener un hijo es otro de los grandes objetivos en la vida para contribuir con la reproducción de la especie humana. Todavía no lo he hecho y estoy a la espera de ver qué me depara la vida. Menos mal que hay miles de millones de personas en el mundo que han tenido un hijo y la supervivencia de la especie humana está garantizada y no depende de mi.
Por último, escribir un libro es otro de los objetivos que el profeta señaló que debían hacerse para contribuir con la sociedad formando, informando o aportando conocimiento a los demás. Esta es la aventura en la que me he zambullido durante los últimos meses.
Durante más de 13 años estuve escribiendo numerosos artículos periodísticos en el periódico donde trabajaba en España. Noticias sobre acontecimientos políticos, corrupción política, construcciones, inauguraciones de obras, reivindicaciones vecinales. Muchos fueron los temas de los escribí y muchas fueron las críticas que recibí de lectores en desacuerdo con mis artículos, pero estaba acostumbrada y era parte del juego de estar expuesta cada día en un periódico.
Esta vez, sin embargo, no escribo sobre otra persona, escribo sobre mi y es totalmente diferente. Un hormigueo en el estómago, pánico escénico, miedo al fracaso. Muchas son las sensaciones, pero una cosa sí es cierta. Yo me alimento de los retos, de lo nuevo y lo diferente y esto, sin duda, cumple todas las reglas con mi forma de vivir.
Espero que “Nacidapara Comerme el Mundo” ayude a muchos de mis estudiantes a comprender las expresiones idiomáticas con las que hablamos constantemente.
Con este manual conseguirán entender a todos los hispanohablantes y si al mismo tiempo de aprender se ríen con mis historias, objetivo cumplido.