Pedro se levanta con el despertador de su ipod, desayuna y sigue las noticias desde su ipad por Twiter, en casa juega con su hijo con la play y elige las recetas que va a cocinar en los blogs de internet. La mensajería del whats app le sirve para hablar a diario con sus amigos. Vive en el siglo XXI y las nuevas tecnologías son su vida. Pero su gran pasión es la historia y es especialista en la Edad Media. Una época donde la comunicación era vía oral, la comida se hacía con fuego y cuando no había guerra, la única función que tenían en la vida era cultivar y cazar animales para alimentarse. En aquella época no había seguros, hipotecas, abogados, periodistas o esteticistas. No había ni luz, calefacción, la higiene brillaba por su ausencia,  la moda no existía y el cine no se había inventado.
Pero a medida que Pedro estudiaba más historia le hacía estar más orgulloso de quién es ahora y de la herencia que tiene. Cuando reflexionaba con su amigo Alfredo, no acababa de entenderlo y le comentaba. “No sé de qué te alegras, nada de lo que tenemos ahora lo tenían ellos. Todo esto lo hemos inventado nosotros y ellos vivía de forma muy precaria, no nos han dejado ninguna herencia”.
Pedro con gran tranquilidad y media sonrisa en la cara le comentó a Alfredo. “Amigo mío todo se lo debemos a ellos. Nosotros estamos aquí porque ellos existieron. Su mayor herencia es nuestra vida”.

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