Estrella tenía 10 años y era la más alta de su clase. Cuando salía al patio debían ir en fila y siempre acababa la última porque era por orden de altura. Se enfadaba con ella misma por ser tan alta y se preguntaba por qué sus padres le habían hecho así. Hacía ballet y siempre hacía papeles de chico por su altura. Su mejor amiga era muy bajita y se notaba aún más la diferencia. Deseaba ser más pequeña y se sentía muy desgraciada. Un día su tía le preguntó por qué estaba enfadada y Estrella le contó su gran pena. Su tía le sonrió y le dijo que a ella le había ocurrido lo mismo cuando iba al colegio, pero que ahora entendía las ventajas.
“Mira, Estrella esto es igual que la selva. El elefante es el más grande y la hormiga la más pequeña, pero los dos son esenciales en la selva, cada uno hace una función. Todos somos especiales y tú eres alta porque algún día cuando seas mayor necesitarás la altura para disfrutar de un concierto y verlo de maravilla, o para ser una modelo, ser más esbelta y la más deseada. Tu amiga quizá es más bajita porque algún día necesitará entrar por un lugar muy pequeño y lo podrá hacer. Por tanto, todos tenemos la altura correcta, todos venimos a este mundo con una función y si tú eres como el elefante en una selva es porque tu altura te servirá para vivir de la mejor forma posible en esta vida”.
Estrella contenta con la explicación le pidió a su padre ir esa misma tarde al zoo para ver a los animales y comprobar sus grandes diferencias y grandes ventajas.

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